Showing posts with label Mundos adversos. Show all posts
Showing posts with label Mundos adversos. Show all posts

Saturday, July 27, 2013

Sin palabras

En un mundo sin palabras, la tristeza serían lágrimas amargas y la felicidad una sonrisa. Coger tu mano sería una confesión privada y un beso en la mejilla un "te quiero". Un roce de labios sería un "te amo" y enroscar nuestras lenguas sería un "te necesito". Pero no sería suficiente. Si te odiara te gritaría y si mientras grito estoy llorando es porque me has traicionado. En un mundo sin palabras las imágenes no son suficientes. Un empujón sería un rechazo, pero también una pelea. Te cogería del brazo si quisiese que me mirases a la cara. Te besaría en la frente si te perdonara pero no lo hago. Me duele verte. Quiero preguntarte por qué pero no sé cómo hacerlo. ¿Cómo te va a llegar el mensaje? Te zarandeo y me empujas, reniegas de mí. No te entiendo. ¿Qué quieres que haga? Vuelvo a empujarte. ¿Por qué? ¿Por qué? Te quieres ir y te abrazo por la espalda mientras lloro porque no quiero que te marches; no quiero que me dejes. Me duele el pecho y lloro aún más. Aunque quiera decirte "te quiero", no me dejas besarte. Te apartas de mí, me rechazas por completo. ¿Qué puedo hacer? ¿Cómo puedo demostrarte que te quiero más? Para decirte que no me importa tu aspecto me arrancaría los ojos. ¿Cómo decirte que te quiero tal y cómo eres? ¿Cómo podrás saber que mi vida no significa nada si ti? Si toco el piano, ¿qué notas llegarán a tu corazón? Te abrazo pero no me miras. Lloro pero ignoras mi llanto, quiero demostrártelo. Quiero que veas que no te miento. Beso tu nuca porque no me dejas tu frente. Te mojo los hombros con mis lágrimas. Si así lo quieres, si así lo deseas, me haré cortes en las manos para dibujar en tu pecho, para demostrarte lo que siento. Créeme, mírame, mira lo que hago por tí, mira cómo te quiero. ¿Lo ves? Óyeme, mírame con esas pupilas vacías y sonríeme. No me importa que no veas nada, no me importa. Beso tus ojos y lloras. ¿Me has entendido? ¿Verdad que sí? Ahora te entiendo. Coges mis manos y las besas. Te las pones en la frente. Me estás pidiendo perdón, ¿verdad? ¿A que has notado el corazón que he dibujado en tu camiseta? Te quiero. Te amo. Pero no puedo decírtelo. Únicamente puedo besarte con todo mi corazón.

Wednesday, July 17, 2013

Sin luz

En la oscuridad eterna, mi mano buscaría la tuya. Los gritos desesperados de los demás me dejarían sorda y no podría oírte. Los cuerpos tirados por el suelo no me dejarían avanzar hacia ti, ni siquiera sabría en qué dirección caminar o correr. En derredor olería miedo, sexo, cólera, sudor, sangre,… Respiraría hondo y aun así no podría dejar de aspirar tales perfumes, tales hedores. Tengo miedo. Te extraño. Me quedo sin voz gritando tu nombre aunque sé que estás sordo como yo. Me quedo ciega forzando mi vista para acostumbrarla a la oscuridad, pero lo único que veo son sombras grotescas que me hacen apartar la mirada. Ven conmigo, vuelve. ¿Dónde estás? Lloro en  la soledad de las tinieblas, que se nos tragan. Poco a poco todos caen al suelo cansados, dormidos, muertos. Oigo risas y gemidos que nos hacen saber de la felicidad de los que sí se han encontrado. Sé que tarde o temprano te encontraré pero te necesito tanto, tengo tantas ganas de abrazarte que me tiemblan las manos. Quiero tranquilizarme, quiero encontrarte. Este vacío en mi pecho se hace más grande a cada minuto que pasa, a cada segundo. El silencio es aún más aterrador que el ruido. Todos duermen pero sé que tú no, tú y yo estamos en pie en la oscuridad, esperando. Quiero caminar y buscarte pero tengo miedo de caer, miedo de pasarte de largo. Te quiero, susurro. Y convierto ese murmullo en un silbido. Te extraño, silbo. ¿Dónde estás? El agudo sonido de mi aliento atraviesa la penumbra en todas las direcciones. Doy un paso, salto un cuerpo. Arrastro los pies con las manos hacia delante. Tengo miedo, tengo mucho miedo. Mis silbidos se entrecortan con mis lágrimas. Por favor, óyeme, tócame. ¡Te lo suplico! ¡Te quiero! ¡Por favor! ¡Te amo! Y un silbido de respuesta llega a mis oídos magullados, atrofiados. Sigo la dirección de ese sonido, de esa esperanza. Mis pies chocando con la carne del suelo, con lágrimas, resbalando con sangre y heces. Mi nariz acosada por el sudor, por el calor de la compañía, por el dolor de la pérdida. Mis ojos cansados de tanto buscarte, forzados a seguir abiertos. Mis brazos dormidos y mis manos temblando, ansiando notar el calor de tu cuerpo… ¿Dónde estás? ¿Eres tú el que silba también? ¿Es está tu mano? Dejo de silbar y entrelazo mis dedos con los tuyos. Pongo mi mano en tu pecho, en tu cuello, en tu cara… Noto en tu oreja el brillante gemelo al mío, que tú estás tocando. ¡Eres tú!, te digo. ¡De verdad eres tú!, lloro. Te abrazo y me besas sin dejar espacio para la oscuridad entre nosotros. Con los ojos cerrados, descanso sin soltarte, sin liberar tu mano,… No volveré a separarme de ti jamás.

Sin esperanza

Cuando ya no puedo más, cuando soy incapaz de seguir adelante, de sonreír, de tocar, de pintar, de cocinar, de dormir, de escribir,… Cuando la desesperación me ha arrancado capa a capa mi fortaleza, mi determinación, mis ansias, mi impulso,… Sola y desnuda, vulnerable, sentimental; yo misma sin nada más, sin protecciones, sin orgullo,… sin esperanza. El vacío de mi pecho y mi cabeza no se pueden llenar, tienen demasiados agujeros, demasiadas inseguridades. Vanos momentos de a
legría se disipan por la noche, en mi cama. Mi dolor moja la almohada como un río que conecta mi mente etérea con mi cuerpo físico, a mí con mi otro yo. Me ata, me encadena, me produce dolor. Los gritos en mi garganta se atascan bajo mi lengua a la espera de un momento a solas, de un momento en la playa. Las máscaras me mantienen aislada de preguntas que no quiero contestar, de miradas que no quiero recibir, de compasión que no quiero, que no deseo. Ahora hermana loca, ahora amiga despreocupada, ahora mujer fuerte y valiente, mujer firme… Me agoto y mi propio cuerpo se vuelve en mi contra, ataca mi cabeza y mi estómago con punzadas fuertes, con avisos de rendición. Quiero gritar, quiero llorar, quiero unos brazos que me acojan sin preguntar, sin mirar, sin sentir. Este dolor me envuelve y me hunde mientras me mantiene atada a las palabras, a mis pensamientos. Es un profundo lago que me oprime mientras me empuja a escribir, que me inspira. No conozco palabra que pueda describir la profundidad y dureza de este sentimiento. Es dolor sin dolor real, soledad en compañía, vacío en lleno, tristeza en felicidad,… Una dualidad que tira de mí y me agrieta. ¡Déjame, por favor! Busco la tranquilidad y me ahogo en ella, me hundo y me desespero porque mi otra mitad no quiere dejar de escribir, no quiere dejarlo. Quiero olvidarlo todo pero no me dejo. Quiero romperlo todo pero una parte de mí se apega al deseo de salir a la luz, un monigote insípido con ilusiones, con esperanzas aplastadas por un mundo cruel, por un mundo donde las bestias ganan y las flores son pisoteadas, donde vale más el morbo que algo bello… Sólo te tengo a ti, amor. Tú me das fuerzas para no hundirme en la desesperanza. Tú agarras la cuerda que no me deja hundirme. Tú liberas esta opresión que me acecha. Tú me abrazas y me besas cuando estoy sola y desnuda, vulnerable. Te tragas las miradas, los sentimientos y las preguntas. Sólo tus palabras me ayudan a rozar la esperanza, a seguir a flote. Tú eres el pegamento de mis múltiples máscaras. Tú eres mi ancla, mi salvavidas… Gracias.