A primera hora, me encontraba frente el
edificio que hacía la función de ayuntamiento, biblioteca y archivo en el
pueblo. ¿Por qué estaba allí tan temprano? Pues por una buena razón: descubrir
quién era la chica de la sudadera y qué quería de mí. Así que mi destino era el
archivo, sin duda. Estaba segura que era ella la que murió tres años atrás, en
el lago.
Escritora española (1992) especializada tanto en el género fantástico como en el erótico o el drama. En este blog se pueden encontrar relatos, fragmentos y capítulos de estos y otros géneros así como otros artículos sobre la vida diaria de la novelista.
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Wednesday, August 7, 2013
Tuesday, August 6, 2013
Deadword's Phantoms III.- Un paseo nocturno
Llueve… Sí. Eso fue lo primero que pensé al
oír las millones gotas golpeando mi ventana. Llovía a cántaros fuera, sí, pero
yo, acurrucada entre sábanas y edredones, mantenía mis ojos cerrados,
intentando entrar en calor. Por mucho que me hiciera un ovillo, tenía frío
porque, de nuevo, el motor me había dejado tirada. ¿Por qué en mitad de la
noche?, lloriqueé, metiendo la cabeza bajo la funda nórdica e intentando
dormirme de nuevo.
De repente, noté algo entre las sábanas y me
levanté de un brinco,
Sunday, August 4, 2013
Deadword's Phantoms II.- El baile de Halloween
De
par de mañana, el despertador sonó a su hora de siempre y, aunque no quería, me
vi obligada a levantarme porque Donatello se lanzó sobre mí, lamiéndome la
cara, para que le abriese la puerta de la cocina. Así que lo hice, poniéndome
la bata y bajando, perezosa, las escaleras.
Para no quedarme mirando al perro mientras
hacía sus cosas, decidí acercarme al cobertizo para encender el motor, que
agradablemente rugió a la primera, y luego hacerme el desayuno con un poco de
pop en el reproductor del salón. Aunque, para olvidar la pesadilla de la noche
anterior, concluí comenzar el día fregando los platos mientras cantaba y
bailoteaba despreocupadamente la melodía. Extrañamente me dolía la garganta,
como si hubiera chillado mucho, pero tampoco le di demasiada importancia. Lo
único que quería era dejar la mente en blanco y olvidar. No pensar en nada era
lo mejor para olvidar las pesadillas.
Saturday, August 3, 2013
Tudexqui - Prólogo y Capítulo 1
Prólogo.- La ciudad ideal
Tudexqui. Oficialmente, un Paraíso. Este es mi hogar, donde nací y crecí.
Las calles están limpias y los edificios no superan los tres pisos de altura
(aunque la mayoría de edificaciones son casas unifamiliares). El ayuntamiento
tiene una enorme plaza donde la gente se reúne y en la periferia de la ciudad
hay todo tipo de plantaciones, incluso un molino. Si reflejaran esta ciudad en
un manga shoujo, seguramente todo brillaría y se mostraría romántico y
perfecto. La gente es amable y todos nos conocemos perfectamente. Una mañana de
compras puede durar todo el día y no importa. Así es la vida aquí: tranquila,
simple y agradable. En resumen: aburrida.
Wednesday, July 17, 2013
Deadword's Phantoms I.- La casa de los fantasmas
Un bote de nata montada, helado de chocolate y tentempiés variados. Esa era mi compra cuando me acerqué a la cajera india y lo dejé todo sobre el mostrador. Miré a través de los cristales de la fachada como la lluvia caía en forma de cascada sobre mi todoterreno color bronce, y pensé en la posibilidad de que el río que comenzaba a formarse en la carretera se lo llevase pero, francamente, me alegré de tener un vehículo tan robusto que ni se inmutara ante ese torrencial. Mi camino de vuelta a casa estaba bastante asegurado. Sólo faltaba saber si el factor humano también era tan fiable.
Incubbus I.- Ne dicas nomen tuum
Intenté no resistirme, pero en el último momento comencé a llorar como un bebé y a berrear:
- No me dejes. No te vayas. ¡No me dejes aquí! ¡Papá! –gritaba mientras pretendía zafarme de los guardias. Pataleaba y me revolvía como un cerdo acorralado.
Sin embargo, él se fue con el dinero y la seguridad de que recibiría un sueldo de mi parte cada primero de mes. Era tan cruel… Había oído miles de historias sobre el castillo del hijo bastardo del Conde. Y lo peor era que todas ellas eran ciertas. Yo misma había visto a chicas más jóvenes que yo salir de allí con el rostro desfigurado o tullidas. Ninguna de las criadas de la bestia duraba más de un mes.
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