Wednesday, July 31, 2013

Cartas I y II

Hospital Marina, 6 del II del año 1 de la República

Estimado señor 637:
   Mi nombre es Calista de Mines y creo que no necesito más presentación que esta. Hace casi tres meses, usted y otros “salvadores” entraron en mi casa y asesinaron a mi padre, más conocido como enemigo de la nación y sanguinario dictador, y a mi madre.
   Tras el accidente, ustedes fueron arrestados cuando debieron ser premiados. Ahora nuestro país es libre y realmente siento lástima por su destino. También me gustaría decirle que no presenté cargos contra usted por violarme. Me considero una mujer (porque ahora ya lo soy) que sabe ponerse en la piel ajena y sé perfectamente que si no lo hacía usted lo haría otro hombre. Recuerdo haber escuchado a su superior amenazarlo con la muerte si no cumplía órdenes. La verdad es que si no hubiera hecho aquello seguramente yo tampoco estaría viva ahora.
   Dejando a un lado el “hecho”, quiero que sepa que le perdono y he pasado estos casi tres meses buscándolo. Al saber únicamente su número de “rebelde” he tenido muchas dificultades así que disculpe mi demora. Esta carta es simplemente para que sepa que yo estoy bien, para que no se sienta culpable. También es la única forma que tengo de hablar con alguien pues me he quedado sola.
   Ahora mismo me encuentro, como he indicado al principio de la carta, en el hospital Marina, al otro lado del país. La habitación que me han proporcionado es cálida y de tonos primaverales. Aquí no están bien vistos los colores invernales o de luto. Incluso escribiendo, me cuesta decirle que estoy embarazada. Esta carta también es para informarle de esto. No sé si habrá visto ya la fotocopia de la ecografía que me han hecho hace poco.
   ¿Podría saber su nombre? Es lo único que le pido. Paso horas y horas tumbada en la cama del hospital (intentaron asesinarme hace unos días pero pude proteger al bebé) y me siento francamente sola, como seguramente usted también. ¿Cómo es estar en una celda? ¿Cree que estamos en situaciones similares?
   ¿Cómo se siente ahora que sabe que voy a tener un hijo suyo? Desearía que pudiera meterse en mi cabeza para que supiera lo feliz que soy de estar viva. Este bebé también es mío y cuando supe que lo tenía dentro de mí no me sentí horrorizada ni asustada. Este bebé me ha salvado la vida, usted lo ha hecho.
   ¿Cree que soy extraña? ¿Cree que es anormal que me sienta así?
Un saludo y disculpe las molestias,
Calista
  
                                                                                                                                                                   


Prisión central de la República, 15 del II del año 1

Para Calista:
   Mi nombre es Jean y preferiría que me tutearas ya que aún no tengo ni diecinueve años. Si no recuerdo mal, tú tienes quince. No sé si voy a poder decirte exactamente lo que pienso de una forma que me comprendas. No se me da bien expresarme.
   Nada más leer tu carta me quedé sin palabras. No sabía si responder o no. No me sentía con derecho. Puede que lo que hiciera fuese lo correcto pero no significa que esté bien. El gobierno actual necesitaba encarcelarnos para demostrar que todo sigue funcionando. Por mi crimen deberían haberme caído veinte años, pero me han dicho que cumpliré diez. Son temas de los que no me gusta hablar, pero creo que necesitas esta explicación mínima.
   Me has dicho que te sientes sola. Te comprendo y me alegra ver que tu celda es cálida y confortable. Prefiero no decirte cómo es la mía. Yo no la miro. Últimamente sólo tengo ojos para la ecografía del bebé. Es extraño. Creí que te olvidarías de mí y seguirías adelante, que serías fuerte. Es lo que intentaba hacer yo, olvidarme de lo que te hice para sentirme menos culpable.
   Cuando leí que estabas embarazada, tuve ganas de ahorcarme, de arrancarme los ojos. Creí que lo siguiente que leería sería un “te odio” o un “voy a abortar” pero sólo vi palabras cálidas y felices. ¿Vas a tener al bebé? No puedo dejar de pensar que te he arruinado la vida en más de un sentido y no comprendo tu felicidad. No la desprecio, me parece muy dulce. Pero no la comprendo. ¿Vas a tener un bebé que te recordará la noche en la que te violaron y asesinaron a tus padres?
   ¿Sabes…? Soy un hipócrita. Me paso las noches mirando la ecografía y soñando en una vida mejor. También es mi hijo y es lo único que tengo fuera de esta cárcel. Tú crees que eres extraña, que es anormal sentirte feliz por tener una vida dentro de ti. El único extraño aquí soy yo, que no puedo dejar de pensar en tener un hijo, en criarlo, en cuidar de una vida que me hará olvidar todo lo que he sido hasta ahora. Soy un iluso. El bebé es tuyo. Yo no tengo nada que ver y no tengo derecho a pedirte nada. Perdóname; gracias por perdonar lo que te hice.
   Espero que te recuperes de tus heridas y tengas un bebé sano.
   Atentamente,

Jean

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