Hospital
Marina, 6 del II del año 1 de la República
Estimado señor 637:
Mi nombre
es Calista de Mines y creo que no necesito más presentación que esta. Hace casi
tres meses, usted y otros “salvadores” entraron en mi casa y asesinaron a mi
padre, más conocido como enemigo de la nación y sanguinario dictador, y a mi
madre.
Tras el
accidente, ustedes fueron arrestados cuando debieron ser premiados. Ahora
nuestro país es libre y realmente siento lástima por su destino. También me
gustaría decirle que no presenté cargos contra usted por violarme. Me considero
una mujer (porque ahora ya lo soy) que sabe ponerse en la piel ajena y sé
perfectamente que si no lo hacía usted lo haría otro hombre. Recuerdo haber
escuchado a su superior amenazarlo con la muerte si no cumplía órdenes. La
verdad es que si no hubiera hecho aquello seguramente yo tampoco estaría viva
ahora.
Dejando a
un lado el “hecho”, quiero que sepa que le perdono y he pasado estos casi tres
meses buscándolo. Al saber únicamente su número de “rebelde” he tenido muchas
dificultades así que disculpe mi demora. Esta carta es simplemente para que
sepa que yo estoy bien, para que no se sienta culpable. También es la única
forma que tengo de hablar con alguien pues me he quedado sola.
Ahora mismo
me encuentro, como he indicado al principio de la carta, en el hospital Marina,
al otro lado del país. La habitación que me han proporcionado es cálida y de
tonos primaverales. Aquí no están bien vistos los colores invernales o de luto.
Incluso escribiendo, me cuesta decirle que estoy embarazada. Esta carta también
es para informarle de esto. No sé si habrá visto ya la fotocopia de la
ecografía que me han hecho hace poco.
¿Podría
saber su nombre? Es lo único que le pido. Paso horas y horas tumbada en la cama
del hospital (intentaron asesinarme hace unos días pero pude proteger al bebé)
y me siento francamente sola, como seguramente usted también. ¿Cómo es estar en
una celda? ¿Cree que estamos en situaciones similares?
¿Cómo se
siente ahora que sabe que voy a tener un hijo suyo? Desearía que pudiera
meterse en mi cabeza para que supiera lo feliz que soy de estar viva. Este bebé
también es mío y cuando supe que lo tenía dentro de mí no me sentí horrorizada
ni asustada. Este bebé me ha salvado la vida, usted lo ha hecho.
¿Cree que
soy extraña? ¿Cree que es anormal que me sienta así?
Un saludo y disculpe las molestias,
Calista
Prisión
central de la República, 15 del II del año 1
Para Calista:
Mi nombre
es Jean y preferiría que me tutearas ya que aún no tengo ni diecinueve años. Si
no recuerdo mal, tú tienes quince. No sé si voy a poder decirte exactamente lo
que pienso de una forma que me comprendas. No se me da bien expresarme.
Nada más
leer tu carta me quedé sin palabras. No sabía si responder o no. No me sentía
con derecho. Puede que lo que hiciera fuese lo correcto pero no significa que
esté bien. El gobierno actual necesitaba encarcelarnos para demostrar que todo
sigue funcionando. Por mi crimen deberían haberme caído veinte años, pero me
han dicho que cumpliré diez. Son temas de los que no me gusta hablar, pero creo
que necesitas esta explicación mínima.
Me has
dicho que te sientes sola. Te comprendo y me alegra ver que tu celda es cálida
y confortable. Prefiero no decirte cómo es la mía. Yo no la miro. Últimamente
sólo tengo ojos para la ecografía del bebé. Es extraño. Creí que te olvidarías
de mí y seguirías adelante, que serías fuerte. Es lo que intentaba hacer yo,
olvidarme de lo que te hice para sentirme menos culpable.
Cuando leí
que estabas embarazada, tuve ganas de ahorcarme, de arrancarme los ojos. Creí
que lo siguiente que leería sería un “te odio” o un “voy a abortar” pero sólo
vi palabras cálidas y felices. ¿Vas a tener al bebé? No puedo dejar de pensar
que te he arruinado la vida en más de un sentido y no comprendo tu felicidad.
No la desprecio, me parece muy dulce. Pero no la comprendo. ¿Vas a tener un
bebé que te recordará la noche en la que te violaron y asesinaron a tus padres?
¿Sabes…?
Soy un hipócrita. Me paso las noches mirando la ecografía y soñando en una vida
mejor. También es mi hijo y es lo único que tengo fuera de esta cárcel. Tú
crees que eres extraña, que es anormal sentirte feliz por tener una vida dentro
de ti. El único extraño aquí soy yo, que no puedo dejar de pensar en tener un
hijo, en criarlo, en cuidar de una vida que me hará olvidar todo lo que he sido
hasta ahora. Soy un iluso. El bebé es tuyo. Yo no tengo nada que ver y no tengo
derecho a pedirte nada. Perdóname; gracias por perdonar lo que te hice.
Espero que
te recuperes de tus heridas y tengas un bebé sano.
Atentamente,
Jean
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